Recurrir a la temática de la contaminación del aire pude resultar un poco cliché a estas alturas, pero no le resta importancia, ya que por desgracia este tema seguirá dando de qué hablar mientras haya gente que sufra de sus consecuencias.
Tomaba mi siesta de la tarde, cuando un aroma a quemado me despertó, todo había quedado impregnado del humo: mis sábanas, mis almohadas, mi nariz, mis pulmones, mi cerebro… lo más probable es que hayan estado quemando hierba, si hubiera sido basura, llantas o cables de cobre hubiera sido peor el aroma y mi grado de mareo. No tengo tanta suerte a pesar de vivir en un ambiente casi rural, tal vez aquí no haya smog como en el centro de la ciudad, pero aquí no nos salvamos de los quema-basura, quema-hierba, y alguna gente que quema cables para ver si pueden sacar algo de metal para la venta (¿por qué no se ponen a pelar los cables como gente normal?).
En fin… este es un mal de todos los días, en todas partes del mundo. Y dejando de lado la contaminación del pobre planeta, pensemos un poco en toda la contaminación que hay dentro de cada uno de nosotros. Dentro de nuestros pulmones, de ahí a nuestro cerebro… y luego en la escuela se quejan del bajo rendimiento de algunos alumnos, cuando bien la culpa puede ser del vecino quema-zacate…
Y la pregunta del día:
¿Han sufrido directa o indirectamente de los descuidos de la gente cuando hace algo anti-ecológico?
Vamos, que las inundaciones han sido el tema de moda aquí en Monterrey, podría que no toda la culpa se la lleve el mal clima después de todo.
¡Dejen sus comentarios!
son experiencia para todos.
Candy E. G. Estrada
-La Olla Exprezza-
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