Ya sé que dirán “pero que necedad la de hablar sobre contaminaciones…”, pero son cosas de las que uno se va dando cuenta, cuando uno se vuelve más observador.
El domingo pasado, me tocó pasar por la Macroplaza, y pude presenciar a la distancia 2 eventos que se estaban llevando a cabo ese día por la tarde. Eventos de celebración navideña que no mencionaré en esta ocasión, pero creo que ustedes sabrán a cuáles me estoy refiriendo.
Al sur de la plaza, vi un pequeño espectáculo de pirotecnia (cohetes) muy bonito. Me recordó que diciembre ya estaba por llegar (recuerden que les hablo sobre lo que vi hace una semana) y con él los adornos, los cohetes, las lucecitas de las casas, el pino, los regalos, más cohetes de año nuevo, el brindis… todo lo que conllevan estas fechas tan nostálgicas.
Al oriente, un espectáculo aún mayor se llevó a cabo, los fuegos artificiales llegaban más alto que los primeros, y eran acompañados por un fondo musical muy típico de la navidad. Subían uno tras otros, multicolores y centelleantes, unos explotaban y otros solo subían haciendo piruetas y desvaneciéndose en las alturas sin ruido alguno.
Definitivamente era un gozo para la vista y los demás sentidos, por la música, por los ánimos del ambiente, por el frío que hacía.
¡Vaya espectáculo! Digno de esta época. Lo único malo que podría destacar del evento que disfruté, es que al terminar de desvanecerse el último cohete, una nube de humo se disipaba muy lentamente en el cielo. ¡El humo! Si no fuera por ese humo…
Y bien, ahora el discurso rollero de la problemática:
¡El humo señores!, ese humo por el que tanto se quejan las personas ecologistas y alguna que otra autoridad de índole ambiental, y más cuando se trata de pirotecnia china, ya saben la fama que tiene su pólvora, tan explosiva y tan contaminante. Solo imagínense, no conformes con la contaminación municipal de las fiestas patrias y luego las navideñas, también las pequeñas celebraciones que cada familia lleva a cabo en sus casas por los mismos motivos de las fechas. Sumen todo eso, por cada municipio en el estado. Y ahora traten de imaginarlo en cada estado de la república. Y eso no es nada, ¿recuerdan la última olimpiada, la de Beijing, y el mundial en Sudáfrica?, muy impresionante, tanto la coreografía de esas luces de celebración como la cantidad de humo que se generó con ello.
Todo eso es algo que me preocupa, a nivel muy personal, porque se oponen tanto mis ideales y mis gustos. Por una parte, ese sentimiento de nostalgia, de los viejos tiempos cuando uno se sorprendía tan fácil por algo tan trivial; por otro lado, la situación en la que estamos, la calidad de vida que nos estamos creando, la calidad de nuestros recursos diarios.
Lo único que faltaba ese día era que todos se pusieran a correr en círculos gritando “¡balacera!”.
Candy E. G. Estrada
-La Olla Exprezza-
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