¿Alguna vez se ha percatado que, la mayor parte del tiempo, en nuestro hablar cotidiano se alojan un sinfín de frases en sentido figurado? El uso de las metáforas está en todas partes: en la tele, los comerciales, las teleseries, los textos narrativos, las pláticas cotidianas, y el mejor ejemplo de todos, las canciones.
Lo curioso de las metáforas, es que en ellas usamos una cosa para compararla con otra, sin la necesidad de que ambos elementos guarden una relación directa ni se parezcan en nada. Y gracias a ellas, nuestro lenguaje es lo que es, tan vasto, tan flexible, tan divertido.
¿Alguna vez se ha puesto a pensar en el impacto que pueden tener dentro y fuera de uno? Decir cosas tan negativas como “eres tan simpático como un chimpancé rabioso” o “me siento como sandalia vieja: pisoteada y abandonada”, puede herir a otros y a nosotros mismos también. Frases así pueden fácilmente herir a las personas, porque la relación que se hace de los conceptos es tan rápida y directa, que el mensaje disfrazado llega tan crudo y cruel como si se dijera en su estado literal. Y de igual manera, cuando las usamos para referirnos a nosotros mismos, estamos agrediéndonos y bajando nuestra valía, ante nosotros y ante los demás.
Declarar cosas negativas nos trae más cosas negativas. Así que, ¿por qué no mejor declaramos cosas positivas para atraer más cosas buenas a nuestra vida?
Todo mundo gusta de recibir halagos, más si están envueltos en bellas palabras y comparaciones agradables, como “tu cena sabía como la más exquisita sinfonía, mi lengua bailó de felicidad…”, o como “te ves tan feliz que irradias luz en todas partes…”. Escuchar cosas de este tipo nos llena de unas energías que nos mantienen alegres y activos todo el día, y con pensamientos positivos que hacen agradable el transcurso de la jornada.
Cada metáfora que usamos refleja nuestro verdadero estado interno, la forma en que nos percibimos a nosotros mismos. Poner atención a cada una de las metáforas que escuchamos es una forma de conocer a las personas tal cuál son, porque reflejan perfectamente su perspectiva del mundo y la vida misma. Usarlas a conciencia nos hará saber lo que pasa realmente con ellas y con las personas que las reciben, además de que nos mantendrá alerta cuando alguna declaración tenga una carga connotativa muy agresiva y dañina para nosotros.
Ya observando a grandes rasgos este panorama del uso de las metáforas en nuestra vida, usted tiene el poder de decidir si andar todo el día “de malas”, o si quiere andar de aquí a allá “fresco como una lechuga”; tiene el poder de recibir las indirectas “como esponja” o dejarlas pasar y que se le “resbalen cual jabón en la ducha”.
Candy E. G. Estrada.
-La Olla Exprezza-
1 comentario:
La verdad, es que si el mensjae en metaforas llega ms cruel xD
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